Basura no es transparente

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Ana Rízia Caldeira

Hacer un viaje es automáticamente crear expectativas. Lo sé porque mi primera experiencia me sucedió en Chile, específicamente en Antofagasta, ciudad que me abriga desde agosto. La unión del desierto y mar llenó a mis ojos de encanto y diría que no es la más bella solamente por la gran cantidad de basura visible en las calles, arena y, posiblemente, también enterrada debajo de ella.

Con el rápido aumento de la población mundial y crecimiento descontrolado de las ciudades se han creado graves problemas ambientales, por lo tanto, se hizo necesario crear políticas públicas para tratar de mitigar la degradación del medio ambiente y de los residuos urbanos, que es una de las principales preocupaciones de la salud y del medio ambiente de cualquier ciudad.

Por medio de investigaciones hechas por nuestra universidad y estudiantes de todo Chile, posteriormente publicadas en el diario La Tercera, fue apuntado que los desechos han aumentado en un promedio de 20% por año, siendo Antofagasta la región con más basura expuesta. Surge la pregunta entonces, ¿por qué los números aún no son capaces de preocupar la población?

Como una brasileña, estoy acostumbrada a ver la misma escena en mi país, pero no por ello me gustaría convivir más con tales problemas cerca o lejos de mi patria, siendo en ambos casos naciones tan encantadoras. Países considerados subdesarrollados, como los de Latinoamérica, tienen que luchar no sólo para el crecimiento económico, sino también para resolver temas de actualidad, tales como lo mencionado.

Por conveniencia tenemos en las principales rutas públicas y centros comerciales contenedores de basura fijos, por no hablar de los muchos existentes en el entorno de los bordes costeros. ¿Por qué esperar que pedazos de papel, bolsas de plástico o colillas de cigarro en el suelo salgan caminando solos a los vertederos más cercanos?

Vale la pena recordar que hay miles de expertos que investigan, están estudiando y trabajando para ofrecernos las mejores alternativas para la limpieza urbana. Pero la solución al problema va más allá de la ingeniería Sanitaria y Ambiental. Depende de la conducta de todos nosotros. La dificultad para mantener Antofagasta limpia no es una cuestión de falta de profesionales, pero sí de falta de voluntad de las personas para hacer un esfuerzo mínimo y recordar que hay basural, colectas y también simples maneras personales para ayudar al medio ambiente, tales como reducir, reutilizar y reciclar sus propios residuos.

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