La Mano del Desierto saluda en su 25º aniversario

Por Constanza Ulloa y Nicolás González.

Hace 25 años se inauguró una de las obras artísticas más icónicas de Antofagasta, ubicada a 75 kilómetros al sur de la ciudad. Hablamos de “La Mano del Desierto”, punto turístico que recibe y despide año a año a  los viajeros que atraviesan el desierto de Atacama.

Para conmemorar el cuarto de siglo de La Mano, este sábado 20 de mayo la Corporación Pro Antofagasta (PROA) -la misma que levantó la escultura-, celebró en el lugar con música y bailes folklóricos tanto de nuestro país como de la comunidad colombiana de la ciudad.

La actividad de conmemoración se extendió por poco más de una hora.

PROA es una corporación privada sin fines de lucro que trabaja en cuatro áreas: turismo, patrimonio e identidad, desarrollo comunitario y cultura y arte.

“Esta fue la primera obra que nosotros entregamos antes de que fuéramos constituidos oficialmente como corporación. Entregamos esta obra en marzo del 92’ y nos constituimos en julio de ese mismo año. Hemos ido trabajando estos 25 años para aportar una serie de iniciativas de proyectos y obras para la ciudad”, señaló el Presidente de PROA, Rafael Visedo.

La comunidad colombiana llenó el evento de colores y multiculturalidad.

Además la actividad tuvo un mayor realce con la presencia del creador de la obra, el escultor chileno, Mario Irarrázabal, quien ganó el Premio Nacional del Arte en 1964 y es responsable  de crear una gran variedad estatuas y esculturas en las principales ciudades de nuestro país y el extranjero.

“Me encantó, todo lleno de vida y de color. Ojalá me inviten dentro de los próximos 25 años. El desierto se llenó de vida. Muy lindo”, comentó el artista.

La Mano fue construida a una altitud de 1.100 metros sobre el nivel del mar. Irarrázabal utilizó la figura humana para expresar emociones como la soledad, injusticia, impotencia, el dolor y la tortura.

Su tamaño exagerado tiene como objeto hacer hincapié en la vulnerabilidad humana y la impotencia. La obra cuenta con una base de hierro y cemento, y tiene 11 metros de altura. Por otro lado, el símbolo de la “mano abierta” hace relación a la mano de la esperanza, la mano de la alegría.

Muchos mitos rodean a la mano, como que es un homenaje a los fallecidos por el aluvión del 91, o a los detenidos desaparecidos en dictadura.

Mildred Ovano, quien participó en calidad de público del evento expresó que: “Me parece maravilloso. Nosotros traemos a niños de dos colegios, para que vean in situ lo que fue el sacrificio de haber hecho esta mano”.

Diversas interpretaciones y relatos se generan al observarla, lo que el mismo artista asegura siempre ha sido el objetivo principal: echar a correr la imaginación y tener apreciaciones únicas al ver esta “pausa poética” en medio del desierto más árido del mundo.