Editorial: A propósito de la Teletón

La Teletón es el orgullo de Chile, dicen algunos. La Teletón vale callampa, dicen otros. Ambas posturas tienen opiniones sólidas y, dentro de todo, coherentes. Que “no se usa el 100% de los recaudado”, que “gracias a él ya tenemos 13 institutos Teletón a lo largo del país”. Podría llevarnos diez, cincuenta, cien líneas debatir con respecto a cuán buena o cuán mala es esta causa, pero más que eso, queremos dejar una cosa clara: La Teletón no es Teletón.

En resumidas cuentas, el show de la Teletón, que se realiza todos los años (excepto aquellos donde hay elecciones presidenciales), no es lo mismo que el programa Teletón, que acoge a niños con discapacidad a lo largo de Chile y a bajo costo (o costo cero). Las personas deben aprender a separar esta idea de programa burdo, melodramático y a ratos chabacano, de la obra, la institución y los cientos, miles de niños que han sido tratados exitosamente en alguno de los institutos Teletón.

Don Francisco no está allí siempre en las sedes, atendiendo a los niños con capacidades diferentes. No está ayudándole todos los días a un parapléjico a que se levante; o a caminar a un niño con osteogénesis imperfecta. Él es un rostro y funciona como tal, al igual que el inmenso número de animadores y presentadores que participan en las auto denominadas “27 horas de amor”.

Donar o no donar plata a fin de cuentas es algo de cada uno y aquí no somos nadie para obligarte a hacerlo. Pero sí queremos que le des una vuelta a la división que proponemos. El show, con todas sus variantes, todos sus participantes y eventos tendrá muchos defectos. Pero estos no son los mismos que los que posee la Teletón como programa de tratamiento a niños con discapacidad motriz. No estamos diciendo que uno sea terrible y el otro perfecto, pero sí que hay que mirarlos con un lente diferente.

A fin de cuentas, por algo la Teletón ha sido tan copiada (la nada despreciable cifra de 12 países del continente son parte de la Organización Internacional de Teletones). Es un evento que mueve a millones de personas y en el cual miles donan y participan activamente del proceso. Ya sea porque un familiar ha sido tratado en la organización, o simplemente porque confía en sus valores y en que lo depositado efectivamente se traducirá en nuevos centros, nuevos equipos y más personal para tratar a los niños que de verdad lo necesitan.

Ya hablaremos de las multinacionales que usan el evento para promocionarse y limpiar su nombre; o de Luksic y su donación histórica de 4.400 millones de pesos al banco del cual él mismo es el dueño. Mucho se podrá criticar y mucho se podrá valorar, lo que es innegable es que la Teletón existe y seguirá existiendo por muchos, muchos años más.

One thought on “Editorial: A propósito de la Teletón

  • 29 de Marzo de 2017 at 11:23 pm
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    Opinion muy acertada . Las institucines son maravillosas, los show decadentes y aprovechados para salir en la tele los rostros que estamos cansados de ver todos los dias

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