Desigualdad cultural en Antofagasta: cuando el arte se vuelve inaccesible
La ciudad de Antofagasta, una zona fundamental del norte de Chile, ha sido históricamente un foco de desarrollo y crecimiento económico, principalmente gracias a la minería. En los últimos años, se ha visto un aumento en la calidad y cantidad de los movimientos culturales en la región, esto, gracias a las actividades locales. Sin embargo, existe un desafío persistente: el costo elevado de los eventos culturales que provienen de la capital o incluso desde el extranjero, esto, debido al bajo presupuesto nacional determinado para las artes y cultura.
El alto costo de la cultura importada
Hace un par de meses la ciudad se deleitó con la llegada del evento “Van Gogh, El sueño inmersivo”, en este evento las entradas bordeaban los $10.000 pesos por persona. Para algunos es un valor razonable; sin embargo, para otros, el precio comparado con la experiencia es elevado, aún más para familias completas. Asimismo, una de las actividades que tiene expectantes a la ciudad durante estos días es “Candle lights”, un espectáculo musical sinfónico de luces que llegará al casino Enjoy, donde las entradas parten desde los $26.000 pesos por persona. Estos son ejemplos del precio de la cultura para ciertas zonas del país y como se segmentaría el privilegio para algunos.
El costo no refleja el valor concreto del arte y la cultura, sino también los gastos logísticos y operacionales asociados al traslado de estos eventos a más de 1.300 kilómetros al norte de la capital.
Es por esto, que el excesivo valor puede ser prohibitivo para muchas familias antofagastinas, limitando el acceso a la cultura a aquellos que pueden permitírselo. Esto, genera una brecha cultural y una sensación de desigualdad que es difícil de ignorar. Es vital que se implementen políticas que permitan un acceso más equitativo a estas exposiciones culturales sin una sensación de segmentación económica.
Discriminación sociocultural: un acceso limitado a la cultura
Esto no es solo un problema económico, también es una cuestión de discriminación sociocultural. Esta barrera financiera crea una división clara entre quienes pueden disfrutar de estos eventos y quienes no, basándose en su capacidad económica. En una ciudad como Antofagasta, donde existe una significativa diferencia de ingresos, este problema se agrava aún más.
Las familias llamadas “clase media” y baja a menudo se ven excluidas de participar en actividades de calidad. Esto no solo limita sus oportunidades de esparcimiento y educación cultural, sino que también expresa un ciclo de desigualdad. La cultura debería ser un derecho accesible para todos los ciudadanos por igual, independientemente de su situación económica, y no un lujo reservado para unos pocos.
El presupuesto público para la cultura del país
Según el informe de la cuenta pública, se designarían más recursos para la descentralización cultural y el apoyo a las regiones fuera de Santiago. Esto incluye fondos para la infraestructura cultural en ciudades como Antofagasta y programas que subsidien las actividades culturales locales y nacionales en regiones más apartadas. Aunque este aumento en el presupuesto es un paso en la dirección correcta, la implementación y distribución efectiva de estos fondos será crucial. Las autoridades locales deberán trabajar en conjunto con las organizaciones culturales para asegurar que estos recursos lleguen a quienes más los necesitan y que se utilicen de manera eficiente para maximizar el impacto cultural.
El seremi de artes y cultura de la región de Antofagasta Claudio Lagos expone: “Actualmente el presupuesto en Arte, Cultura y Patrimonio es de alrededor del 0,44 % del presupuesto anual del país. Esto es, a ojos vista, bajísimo, no obstante, el presupuesto no es el único problema. Sino que las formas de financiamiento. O sea, el cómo se puede acceder a estos fondos. Actualmente, el país tiene en su gran mayoría Fondos Concursables para el financiamiento. Eso es absolutamente necesario ir modificando para que la actividad artística, cultural y patrimonial, pueda generar procesos de trabajo a largo plazo y no solo obtener financiamiento para proyectos específicos por tiempos limitados”
En Antofagasta, una ciudad conocida por su industria minera, la cultura puede y debe ser vista como un complemento vital a la economía local. Promover actividades culturales no solo diversifica la economía, sino que también fortalece la identidad local y mejora la calidad de vida de sus habitantes.
El desafío para Antofagasta es claro: debemos encontrar un equilibrio entre la oferta cultural de alta calidad y el acceso equitativo para todos los ciudadanos. El presupuesto de 2024 muestra una intención positiva, pero la verdadera prueba será cómo estos fondos se implementan en la práctica. La cultura es una inversión, no un gasto, y reconocer su verdadero valor económico y social es el primer paso hacia un futuro más inclusivo y próspero para todos los antofagastinos.
Si el presupuesto gubernamental para promover la cultura en el país fuese en aumento, los precios serían más asequibles para las familias antofagastinas. Esto permitiría espacios enriquecedores no solo para quienes tengan la facilidad de comprarlos sino para cada uno de los ciudadanos.