Descubriendo el fabuloso mundo del jazz

Por: Andrés Gsponer Salamanca

La música Jazz forma parte de la historia y la cultura estadounidense desde finales del siglo XIX, y con el tiempo, se ha extendido a todo el mundo. Con altos y bajos, este género musical se mantiene en pie a pesar de las situaciones políticas, económicas y sociales que existan. Carlos Pérez, nacido en 1952, es un “jazzman” antofagastino dedicado en cuerpo y en alma a su música. Productor, guitarrista y compositor, es además integrante del grupo ‘Cónclave’, una agrupación que tiene un disco llamado ‘Stereovision’ (2015) y publicado con apoyo de la Universidad Católica del Norte.

¿Cómo se inició en este mundo de la música Jazz?

Había un programa que se llamaba ‘El mundo del Jazz’, que era producido y locuteado por Hernán Astudillo Valencia, el presidente histórico del club de Jazz de Antofagasta. En ese tiempo yo no lo conocía, había una barrera generacional entre él y yo por supuesto, pero ese fue mi primer contacto con la música.  Empecé a tocar piano un poco, de oído y por imitación, viendo cómo ponían los dedos hasta que al final logré alguna cosa coherente.

Más adelante, gracias a un amigo en común, conocí a un flautista de la orquesta sinfónica, el profesor Pedro Santelices, y generamos entre ambos un grupo que se llamaba ‘El cuarteto acústico’. Una caja, un platillo que tocaba Sergio Valencia, que era el percusionista de la sinfónica; Jorge Olivares contrabajo, de la sinfónica también; Pepe, flautista de la sinfónica y yo, claro, que era el único de afuera. Ahí empezamos a experimentar porque el Jazz es básicamente experimentar.

¿Qué es el Jazz para usted?

Una pregunta difícil. Desde la técnica, desde lo musical, no me considero lo suficientemente enterado como para dar una respuesta amplia. Pero dejando de lado esa parte teórica, puedo hablarte del plano vital de la experiencia: Ha significado una puerta de escape, con sus cosas buenas y sus cosas malas. Cuando se está en una etapa de búsqueda para llegar a tener alguna solidez en lo que estás haciendo, llegar a ese camino supone muchos sinsabores. Sobre todo cuando estás tratando de entretenerlos pero no sabes exactamente si lo que estás haciendo está bien.

El jazzman Carlos Pérez junto a su fiel instrumento.

¿En qué festivales o grandes eventos ha estado involucrado?

Muy pocos la verdad, usted tiene que saber que las posibilidades de exposición cultural de determinadas circunstancias como es la música, y particularmente el Jazz, dependen mucho del viento político que corre. Porque las ‘lucas’ las tiene que poner alguien importante.

Una producción implica: hacer los cronogramas, que los músicos tengan la disponibilidad de ponerse de acuerdo con los honorarios, los itinerarios, las llegadas, irlos a buscar y donde se van a hospedar, dónde van a comer, cómo se van a ir de ahí al lugar a donde tocan. Son muchos detalles. Para eso se necesitan ‘lucas’. Si tú no tienes una fortuna grande y puedes correr el riesgo de ser un emprendedor, es muy difícil.

Podría contarte, por ejemplo, que nosotros nos ganamos acá un FONDART, el año 1999. Hicimos por ahí un festival de Jazz misceláneo. Trajimos a gente distinta de Santiago. Hicimos todo un trabajo previo, hablamos con la gente de Antofagasta. Todo tenía que estar ‘tiqui-taca’. Se hizo en la sala ‘Horacio Silva Menéndez de la Universidad de Antofagasta un día, y al otro en el Teatro Municipal, entrada abierta, gratis. En ese festival participé obviamente porque además era parte de la producción.

Acerca de su etapa en el grupo ‘Cónclave’ ¿qué puede contar sobre su grupo?

Bueno. Decirte primero que mi amistad con Víctor Ayala, el director del grupo, es muy anterior a ese hecho. Con frecuencia casi semanal nos juntamos los días viernes  a conversar, en reuniones que siempre fueron muy enriquecedoras desde mi punto de vista.

Las personas que participaron allí siempre plantearon cosas muy interesantes. Había un condimento social, pero también enriquecíamos un poco la parte intelectual y en algún momento de nuestras juntas siempre tocábamos guitarra y se concretó afortunadamente en esto.

Este disco que sacaron, ‘Stereovisión’, ¿es su primer trabajo discográfico?

Es el primero hasta el momento y no sé si el último. Se ve difícil, como te digo, las “lucas” para hacerlo en este caso vinieron de la Norte, por eso está su logo ahí. Este disco no fue distribuido comercialmente, fue más bien para regalarlo.

Ahora ¿qué es lo que está haciendo en estos momentos aparte de seguir en la música?

Muchas cosas, no tantas como antes, pero en fin cualquier cosa que me pueda mantener ocupada la mente y en lo posible poder ayudar a alguna, a que se produzca alguna situación o respaldarla, ahí voy al toque. Profesionalmente no tengo problemas.

¿Cómo ve la tradición del jazz en estos tiempos?

Como todo estilo de música hay una larga tradición, aunque el Jazz, al no ser un tipo de música popular, no tiene tanta en el país por lo menos. Los músicos tienen que pagar sus cuentas, tienen que vivir al final del día, y eso cuesta a menos que seas como Marsalis, un tipo de excepción, de elite. Hay que ver que el país es muy grande y tiene que ver con un fenómeno que es ya de corte más general, la presencia o influencia de otros ritmos, todo eso.

Por ejemplo la aparición del Blues, desde una perspectiva musical africana negra ha llegado a hacer mixturas y finalmente ha dibujado el Jazz. No es por nada que son sonidos negros ¿sabes lo que significa Jazz? Es una palabra que es difícilmente traducible. “Jazz” es un poco como una cierta propensión hacia un dinamismo interno que no es regular en cuanto lo estás viviendo siempre. O sea, dijéramos que hay una rutina, una placidez psicológicamente hablando y la música de repente toma esa placidez que tú tienes y la alborota, la hace llevar a lugares que no ha experimentado ni visitado.

Nunca va a ser popular, ni de masas. Porque necesitas de una empatía especial con lo que está pasando. Creo que la mayoría de la gente prefiere el consumo más fácil de la oferta cultura, y el Jazz no es una cosa fácil.

Boliche RestoPub aparece como una alternativa moderna para disfrutar del jazz en la ciudad (fuente: facebook).

En el caso de la situación del Jazz en Antofagasta ¿cuáles son sus observaciones al respecto?

Han pasado varias etapas. La existencia del club de Jazz de la ciudad data de alrededor de 1950. Hemos enfrentado distintos momentos, períodos muy largos en los cuales no ha habido siquiera un lugar donde tocar, circunstancias diversas. Hasta que hace relativamente poco el Jazz se afincó en un club que se llama “Boliche’. Pero el ‘Boliche’ cambió de dueños, y eso significó un cambio en las orientaciones del lugar también.

Ayer fui al ‘Boliche’ y vi que estaban volviendo a hacer Jazz. Ojalá les vaya bien, porque en Antofagasta no hay un lugar en donde escuchar Jazz. Se mezclan pretensiones económicas con un aprovechamiento de la situación. Hay un problema ético de la relación entre músico y dueño de local. Claro, es complicado, entonces tienden a aprovecharse de la situación.

¿Qué le diría a las generaciones de jóvenes que se interesan por el Jazz o a los jóvenes instrumentistas? ¿cuáles serían sus consejos para ellos?

Es difícil, pero bueno, los que quieran estar van a estar. Y a los que ya están están, les digo que “a veces es difícil servir a dos señores”. Si a ti te gusta el rock y eres rockero, toca rock, pero no pienses que puedes pasar al Jazz de alguna forma así como si nada. Si cruzaste la puerta, concéntrate en eso, ya que hay una gran inversión de tiempo, de conocimiento, de trabajo. Eso es algo de cada uno, pero vale la pena.

Todo parte en la voz humana. Todos tenemos voz. Todos podemos cantar. Algunos tienen menos oído que otros, pero es sólo un problema de condicionamiento, de circunstancias en las cuales viviste, o que simplemente alguien te enseñó. Pero la puerta no está cerrada. Para todos es posible.

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