Entrevista | Diego Castillo: La promesa del bádminton chileno revela el porqué de su retiro

Por Antonia Ronda

Diego Castillo, el ex seleccionado nacional de bádminton, dedicó su vida al deporte por muchos años, logrando una carrera exitosa que lo llevó a posicionarse en el ranking de 100 mejores jugadores de bádminton del mundo en 2016. Ese mismo año, Castillo triunfó en el Open Internacional jugando en dobles categoría adulto. Sin embargo, tras una salida abrupta del deporte, decidió dedicarse a sus estudios universitarios.

Actualmente, Diego cursa el quinto año de Periodismo y está a poco tiempo de finalizar su primera carrera universitaria. Hace cinco años dejó los entrenamientos con la Selección Nacional de bádminton para asistir a clases en la Universidad Católica del Norte y hoy relata cómo fue su retiro de las canchas y los motivos que lo llevaron a tomar la decisión.

Nos encontrábamos en una plaza del sector sur de Antofagasta, cercana a la casa de Diego en la Coviefi. Era un día nublado, pero sin importarle y como siempre él vestía de short, un polerón delgado y su banano en el que solo llevaba su billetera, audífonos, el encendedor y los cigarros.

¿Podrías contar en detalle tus inicios en el bádminton y posterior desempeño como competidor?

Todo parte porque mi papá es francés y allá el bádminton es muy conocido, él me empezó a instruir en el deporte. Una vez estábamos en el supermercado y vimos unas raquetas, recuerdo que las compramos y empezamos a practicar en la casa, relataba Diego, mientras se bajaba las mangas para abrigarse del frío que se aparecía a ratos. Coincidentemente, al mes después, la hija de la entrenadora de la Selección Nacional, que era profesora en mi colegio, abrió una academia de bádminton y yo decidí participar. La profesora vio que yo tenía potencial para el deporte y me derivó a la entrenadora, después empecé a formar parte de los entrenamientos con la Selección Nacional. Y así fue como empecé a competir y a entrenar, contaba Diego con una sonrisa en su cara, demostrando que lo recuerda con mucho orgullo y entusiasmo. Yo salía a las cinco del colegio y mis entrenamientos partían a las 5:45, me iba del colegio caminando hasta el gimnasio 21 de mayo y entrenaba ahí hasta las 10 de la noche. Cuando entré yo veía que todos eran muy buenos, ya tenían muchos torneos en el cuerpo y creo que eso me impulsó a seguir mejorando y subiendo mi nivel más rápido para llegar a la altura de los más grandes.

¿Tienes alguna una anécdota que haya marcado tu carrera como deportista?

Sí, yo creo que lo que más me marcó fue mi primer torneo nacional, que fue dos meses después de empezar a entrenar, mientras se detuvo para prender un cigarro, explicaba que el deporte ya llevaba mucho tiempo impartiéndose en Antofagasta y en el país. De hecho, ya estaba formada la Federación Nacional de Bádminton en Santiago, continuó detallando sus recuerdos de su primer nacional en Temuco. Encontraba genial que Antofagasta tuviera un renombre tan grande. Me acuerdo de que llegué al gimnasio y escuchaba a las personas de otras ciudades “llegaron los de Antofagasta” y esa sensación para un niño tan chico, era un reconocimiento muy grande. Esas cosas me hacían mucha ilusión y fueron las cosas que me motivaron mucho para seguir en mi carrera deportiva.

¿De qué manera afectó que te involucraras tan joven en el deporte?, ¿En algún momento sentiste que no viviste tu niñez como te hubiese gustado?

Diego se detuvo a pensar en su respuesta. Ahora que estoy más grande y lo veo en retrospectiva, sí, afirmó. Pienso que me perdí muchas cosas, principalmente porque los deportistas de alto rendimiento tienen altas cargas de entrenamiento, contaba con la cabeza baja. Además, los fines de semana entrenaba doble jornada, entonces cuando fui creciendo, en la adolescencia, me di cuenta de que me estaba perdiendo de compartir con mis compañeros, pero era algo que me apasionaba tanto en ese momento que no lo veía como algo negativo. Y ahora tampoco lo veo como algo negativo, porque gracias al deporte pude madurar más rápido, porque viajaba mucho, conocí distintas personas, distintas culturas y desarrollé mi independencia a temprana edad, porque en los viajes me tenía que valer por mí mismo.

¿Cómo fue el apoyo de tu familia en esa época en torno al deporte y tus estudios?

Siempre fue positiva, en ese momento me proyectaba con una carrera profesional en el deporte y mi familia jamás me puso un pero, de hecho, yo les agradezco mucho, e hizo un gesto llevando sus manos al corazón, porque lamentablemente vivimos en un país donde el deporte recibe poco apoyo y ellos tenían que solventar gran parte de los viajes. Me acuerdo de que en ese momento mi mamá no tenía trabajo y mi papá trabajaba por turnos, entonces fue un momento económicamente difícil.

¿Por qué ya no estás jugando?

Me sentía muy observado, la gente siempre estaba indagando por qué ya no estaba jugando, aparte, con mi compañero Alonso Medel, éramos los mejores de Chile, en muchas ocasiones salimos campeones sudamericanos, entonces de cierta manera nosotros teníamos un renombre en Latinoamérica y encontrarte con todas estas personas y que ellos vean que ya no estás entrenando, era algo difícil de llevar para mí, contaba Diego con mucha seguridad en cada palabra que salía de su boca. El tema de la alimentación, también fue importante para mí, como deportista de alto rendimiento me restringían muchísimas cosas, tenía dietas muy específicas, controles dos veces al mes con nutricionistas, psicólogos, todo. Entonces, cuando me desligué del mundo deportivo, seguía ingiriendo la misma cantidad de comida que comía como deportista y subí mucho de peso. Esa era una de las principales cosas que la gente me preguntaba y se fijaba, aparte del shock de ya no estar entrenando, el tema era “la transformación física del Diego”. Detalló finalizando con que fue un proceso que le impactó muy fuerte psicológicamente.

¿Quieres contarnos un poco más de tu transformación física? ¿Cómo fue el apoyo de tu familia?

Fue un proceso muy complejo para mí como deportista. Como te mencionaba viajaba mucho, de repente viajaba ocho veces al año, estaba tres meses fuera de Antofagasta, entonces convivía con muchas personas de otros países, de otros continentes incluso, explicaba con gestualidad, el impacto fue fuerte para ellos también porque, como te decía, lo fui dejando paulatinamente y recuerdo que en mi último torneo grande, un sudamericano que se hizo en Foz de Iguazú, haber llegado al gimnasio y una compañera de la selección peruana me quedó mirando y yo le preguntó “¿qué pasa?”, y me dijo “¿qué te pasó a ti?”, entonces fue algo muy fuerte que me desmotivó un poco a continuar con el deporte, algo psicológico también. Mi familia me apoyó muchísimo en mi periodo como deportista, su ayuda económica fue crucial, aún considerado que no estábamos pasando por una buena situación económica y ellos querían que yo continuara en el deporte, pero yo ya no podía más, psicológicamente estaba devastado, fue algo que me afectó mucho.

¿Por qué dejaste tu carrera deportiva?, ¿Cuáles fueron las enseñanzas que te dejó esta experiencia?

Por entrar a la universidad, decidí dejarlo. En el colegio era más flexible para los horarios y los viajes, habían veces en que yo faltaba dos meses al colegio, porque llegaba de un viaje y me tenía que ir a otro. Entonces, principalmente porque en el colegio se daba esa flexibilidad y en la universidad no se daría de la misma manera. Además, explicaba con lentitud, llegó un punto en el que sí me desmotivé, porque las cargas de entrenamiento cambiaron a medida que fui profesionalizándome, la exigencia cambió, entonces me sentí presionado. Porque cuando empecé a hacer este deporte era algo que me gustaba, mi papá me lo presentó y era un hobby para mí, pero después cuando fui creciendo, mis prioridades cambiaron y yo prefería tener una carrera universitaria que vivir del deporte, sobre todo porque en Chile no se le da tanto valor como en otros países.

¿Qué mensaje le quieres entregar a los jóvenes que están recién empezando en el deporte?

Sean pacientes, todo es un proceso y no se presionen, el deporte es algo muy lindo que te ayuda a crecer mucho como persona, te entrega satisfacciones impresionantes. Entre risas, Diego afirma que él nunca ha sido una persona muy patriota, e insistió en que estar parado en un podio de primer lugar con la bandera de Chile atrás, con el himno nacional de fondo, era algo muy emocionante y por lo que él sentía que valía la pena todo el esfuerzo que hizo. Entonces yo le aconsejaría a las futuras generaciones de deportistas de alto rendimiento que se atrevan, que no tengan miedo, pero que si sean muy pacientes, que es un proceso muy largo, con altos y bajos, a veces más bajos que altos, porque llega un momento en la vida de un deportista en el que uno se estanca y salir de ese estancamiento es muy difícil así que no sean duros con ustedes mismos que se atrevan, que es algo muy bonito.

Diego Castillo, la promesa del bádminton chileno, nos contó el giro inesperado que dio su vida cuando decidió dejar el deporte. Los viajes internacionales, largas jornadas de entrenamiento y las dietas estructuradas las cambió por la vida de un joven estudiante universitario común y corriente de la región de Antofagasta. Contento con sus decisiones, destaca que agradece haber tenido la oportunidad de formarse como deportista profesional, que sus experiencias aportaron a su desarrollo personal y que gracias a eso hoy conoce a muchas personas con las que ha mantenido el contacto.