Columna: Capitán Miedo
Fotografía de: ATON Chile
Por: Diego Villagrán
En junio de 2019 José Antonio Kast inscribió en las oficinas del SERVEL al Partido Republicano, mientras, un gran contingente de camarógrafos y periodistas lo esperaban en el frontis del edificio. Posó para ellos sonriente, mientras sostenía en su mano un escudo de juguete del Capitán América, que le habían regalado algunos partidarios que se encontraban en el lugar y celebraban junto a él. La foto desató una serie de reacciones en el mundo de la política y la opinión pública. Cabe señalar que algunas no estaban muy de acuerdo con la analogía.
En la columna de Paulo Quinteros publicada en La Tercera, titulada: “Por qué José Antonio Kast no es y nunca será el Capitán América”, se comparaban los ideales más “progresistas” y liberales del héroe de Marvel, con las ideas conservadoras del líder de ultraderecha, sobre todo en temas como las libertades sexuales, la migración y los derechos civiles, evidenciando grandes discrepancias entre las unas y las otras. Pero las diferencias ideológicas no eran las únicas que se podían encontrar entre uno y otro, hay también un origen de ambos personajes que vuelven la comparación un poco más contradictoria.
Fue el año 1941 cuando se estrenó el primer cómic del Capitán América. El personaje nació como propaganda de guerra pro-Estados Unidos en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. Por eso, cuando se estrenó el primer número del cómic en un acto de propaganda bélica para nada sutil, la portada incluía una imagen del Capitán América golpeando a Hitler. Es decir, sus primeros enemigos eran nazis. Claramente, José Kast no es nazi, pero con su abuelo es otra historia. Michael Kast fue un migrante alemán, ex-soldado del ejército de la Alemania nazi, que llegó a Chile escapando de los juicios a quienes participaron de las atrocidades del “Tercer Reich” post derrota alemana. En Chile formó una familia, se convirtió en empresario y en un colaborador activo de la dictadura liderada por Augusto Pinochet. En resumen, de ser real el Capitán América, el abuelito de Kast hubiese sido su enemigo.
Sin embargo, no todo son diferencias. La principal similitud entre el político y los personajes de comics tiene que ver con el miedo y su influencia en la popularidad de ambos. En el caso de los superhéroes, luego de la caída de las Torres Gemelas, el género tuvo un apogeo y popularidad tal que lo convirtieron en el mayor fenómeno cultural cinematográfico del siglo XXI. Solo para hacerse una idea, desde el 2002 al 2023, se han estrenado más de 76 películas de esta índole en EEUU. El atentado en New York instaló nuevos miedos en la población norteamericana, miedos que encontraron un alivio en la ficción. No es casualidad que en Avengers (2011) la batalla contra los alienígenas que venían del cielo se libró en un New York en ruinas y esta vez ganaron “los buenos” que se levantaron victoriosos entre calles polvorientas y escombros.
Chile no ha pasado por un trauma parecido al que pasaron los americanos el año 2001, sin embargo, también existe una alta sensación de miedo en la población, que se ha ido intensificando post estallido social y pandemia. Tanto así que el porcentaje que califica el país como inseguro promedió el 70% en 2023, según Plaza Pública, y el 71%, creía que la delincuencia debía ser el área prioritaria del gobierno. El clima de inseguridad va de la mano con un aumento drástico de los delitos violentos. Por ejemplo, el 2022 hubo un 46% más de delitos de alta connotación social que en el 2021. A eso hay que sumar noticieros transmitiendo 24/7 robos, asaltos y homicidios, además de las campañas de amplificación de estas noticias, que algunos sectores políticos han instrumentalizado con éxito. Todo lo anterior ha potenciado el fenómeno.
En el caso de Kast, el 2017 el líder republicano quedó en cuarto lugar en la papeleta de votación de las presidenciales de ese año, con apenas un 7,9% del total de votos. Hoy, luego de un estallido social muy violento, una pandemia y una crisis de seguridad, Kast se encuentra en segundo lugar de intención de voto presidencial con un 22%.
La razón que más se repitió para votar por un candidato, en general, fue la promesa de “mano dura”, con un 31% de las preferencias, casi el triple del deseo de consagrar derechos fundamentales y de disminuir la desigualdad, que sólo alcanzó un 12%, según CADEM. El criterio de votación motivado por el miedo fue el que más favoreció a los republicanos. De hecho, el 47% de las personas que votaron por ellos lo hicieron por esta razón.
Los republicanos han detectado el problema de la inseguridad y el miedo que causa en la población, por lo que han construido su narrativa política ofreciendo simplemente mano dura y represión para conseguir seguridad y tranquilidad, motivando a sus votantes con una sobreexplotación de la violencia y la tragedia, invocando a la vez, un emblema del populismo de derecha: “la mano dura”, que tantos réditos les ha traído. La gente cree en eso y eso es lo que ofrecen.
Alan Moore, leyenda y crítico del mundo de los cómics, el 2011 dijo sentirse preocupado por el efecto que podría tener el hecho que miles de adultos estuvieran haciendo fila para ver una película de Batman. Hace un par de años, Moore revivió sus dichos, que ahora se habían vuelto predicción, y agregó que: “ese tipo de infantilización, que ansía tiempos y realidades más sencillas, puede muy frecuentemente ser precursora del fascismo. Cuando Trump fue elegido en 2016 y todos tomamos un extraño desvío en la política, muchas de las grandes películas del año eran de superhéroes”.