Crítica: Un día, me crecerán alas
Por: Rodrigo Guardia
Todos, en algún punto de nuestras vidas, podemos perder el rumbo. ¿Qué se necesita para volver a encontrarlo, y para encaminarnos nuevamente por la senda de lo hermoso que es vivir? Eso es precisamente lo que nos propone Camila Durán Contreras en su libro “Cazador de Colibríes”.
La fantasía converge con la autoayuda dentro de esta obra, en una mixtura de géneros literarios que terminan convergiendo con éxito; Con una historia que recuerda mucho a “Relatos de un Náufrago”, de Gabriel García Márquez. Luego, si le agregamos también la esencia de “Los Juegos del Hambre”, de Suzanne Collins, ya tenemos la receta base para este libro.
Esta obra corresponde a la primera publicación de la autora antofagastina, luego de una seguidilla de relatos originalmente publicados en la plataforma Wattpad. Publicado por la editorial Puerto de Escape en el año dos mil dieciséis. Un tiempo después, Durán escribiría su segundo libro, “El artilugio de la muerte”, cuya fecha de publicación fue en el año dos mil veintiuno.
Con un total de setenta y tres páginas, y a través de doce capítulos, conocemos a un adulto hombre que se despierta solo en medio de la nada en una isla desierta. A partir de ahí, deberá aventurarse en un mundo irreal rodeado de animales parlantes, humanos a la deriva y paisajes de ensueño. Deberá ser partícipe de un juego mortal que pondrá a prueba tanto lo físico y, en especial, lo psicológico. Todo esto, para enfrentar a un contrincante mucho más feroz: el amor.
La prosa o “pluma” de la autora es certera pero sencilla, si se puede decir de alguna forma. Sin ocupar la informalidad, ni abusar de lo técnico o lo formal avanzado. Con un estilo que emplea una neutralidad suficiente. Son escasas las ocasiones en las que una palabra podría complicar siquiera a un estudiante de enseñanza básica, como mucho.
Los personajes funcionan como una suerte de alegoría a ciertas sensaciones y emociones, y sobre cómo podemos salir adelante tras momentos oscuros en nuestra vida, en las que emociones como el miedo, la incertidumbre, la soledad (caracterizadas como animales) juegan con nuestra mente. Si bien no existe un desarrollo exponencial de personajes debido a la breve duración de la historia, cumple de todas formas con su mensaje.
Ese es otro punto clave. Quizás un punto en contra. La historia va muy rápido y los acontecimientos resultan sumamente acelerados. En setenta y tres páginas es entendible. Tras liberarse y llegar a un “lugar seguro”, nuestro protagonista tiene una nuevo desafío: participar de unos mortales juegos cuyo propósito principal es defender a un pequeño e inofensivo colibrí (que representa el valor de la vida) contra los peligros que acechan en los alrededores.
El objetivo no es nada sencillo, pero con un poco de suerte y ayuda, el hombre lo consigue. Sin embargo, nada ni nadie lo haría presagiar que la más difícil de las pruebas le haría frente: caer enamorado. Si, efectivamente; CAER. O al menos así lo expresa el protagonista:“caer al abismo del amor”. Caer al abismo más profundo en mente y alma ¿Qué hacer en ese instante? Amar. Sin resistirse, sin ataduras, solo amar.
Este libro puede ser un excelente inicio lector, en especial para los más pequeños. Incentivar la lectura es importante, y en verdad considero que esta obra podría definirse como literatura para primeros lectores. Lo más destacado de la obra, es su hermoso mensaje. Dar la bienvenida al amor, sin importar que. Aquella es la única manera de salir del más profundo de los abismos, porque el amor hace crecer alas, y te hacen volar y vivir la vida. En este caso, como un hermoso colibrí.