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Coloso: un gigante al margen de la historia

Fotografía de: Luís Urrea

Por: Nico Rivera

La localidad de Coloso se encuentra a 20 kilómetros al sureste de Antofagasta. En el siglo XIX nace como un puerto alternativo al de la ciudad, ya colapsado, y en su apogeo llegó a ser el tercer puerto salitrero más importante del país.

Solicitando carpinteros i albañiles, barreteros, particulares i jornaleros de pampa, jente que será destinada a las faenas –se podía leer en las calles de la ciudad cuando, el puerto del salitre y el ferrocarril, que unía la caleta con Aguas Blancas, dieron vida nueva en el desierto. En su cenit, Coloso llegó a tener unos 5 mil habitantes, de cuya vida y comunidad podemos saber por incontables relatos y memorias de los actuales pobladores de Caleta Coloso, ya que el registro histórico escrito es mínimo. ¿Cuánto se perdió? Los pueblos de tradición oral son los primeros en ser borrados.

Sabemos que para 1905 la tensión social y la violencia impregnaban el ambiente como el sonido de maquinarias y funcionarios que hoy trabajan en la planta desalinizadora que se encuentra en Coloso. Los barcos aún adornan el paisaje como hacían en el siglo pasado.
Durante el mismo año, trabajadores del Puerto de Antofagasta y el ferrocarril se movilizaban. En este incipiente movimiento obrero se entremezclaban anarquía, socialismo y socialdemocracia bajo el alero de figuras como Luis Emilio Recabarren, que en ese momento se encontraba en Tocopilla, pero se hacía presente a través de periódicos y otros textos. Habían hecho llegar ideas de huelga.

Cortaplumas entre carnavales. La clase obrera en ebullición. Aquella práctica había llegado a los jornaleros de la caleta. La presencia anarquista en Antofagasta creó un fuerte lazo entre gremios e impulsó la acción directa. La violencia popular fue vital en el desarrollo del movimiento obrero antofagastino.
Durante la huelga general, el 6 de febrero de 1906, en la Plaza Colón se silenciaron entre 48 y 300 voces, según a quién preguntes. El pueblo buscaba venganza. prendieron fuego a muchas propiedades en la parte central. La tentativa de explotar uno de los trenes de la empresa fracasó porque los manifestantes no contaban con los detonadores necesarios. –Vienen los jornaleros de la caleta –corrió el rumor. Como sucedería en Iquique al año siguiente con los obreros de la pampa.
Aquello no ocurrió y tras unos días de calma, todo volvió a la normalidad. Y sin haber logrado media hora para almorzar algunos murieron y otros fueron despedidos. Los jornaleros de Caleta Coloso no llegaron. Habían llegado nuevos refuerzos militares. ¿También los habrían matado?

Con la crisis de 1929 y el declive del salitre las instalaciones en coloso dejaron de funcionar y fueron desmanteladas. Sin embargo, su resiliente población se ha mantenido en el territorio. Construyen y son memoria viva de la pequeña localidad que se ha visto marginada de la historia a pesar de su activa participación y relevancia en hechos que dieron forma a la cultura y vivir antofagastino. A sus costumbres y esencia.