Patios del Ferrocarril serán intervenidos por presencia de arsénico y plomo

La empresa Ferrocarril de Antofagasta a Bolivia (FCAB), desarrollará el “Plan de Re-conversión de Patios Ferroviarios”, el cual consiste en la remoción de residuos tóxicos de 48 hectáreas ubicadas en la zona ferroviaria.

Se trata de un proyecto de ocho años que tiene la finalidad de reutilizar los terrenos afectados, para la construcción de viviendas y parques urbanos.

Respecto a las instalaciones que ocupan el lugar, estas podrían ser trasladadas a Mejillones, ya que, en la comuna se concentra más del 80% de las operaciones ferroviarias, según señala Briggit Calderón, periodista del FCAB, en conversación con nuestro medio.

”El tren va a seguir operando y circulando por la ciudad de Antofagasta. Va a seguir existiendo esta relación de la ciudad con el ferrocarril, lo que va a cambiar es el traslado de todas las instalaciones donde se hacen las mantenciones de las locomotoras y las maniobras de los trenes.” añadió

El plan se efectuará mediante tres etapas: habilitación de suelo, traslado progresivo de las instalaciones y desarrollo urbano.

Este proyecto es parte del proceso de “Actualización del Plan Regulador”, impulsado por la Municipalidad de Antofagasta, que busca desarrollar espacios urbanos en la ciudad.

 

Antecedentes para no olvidar

1998 – 2005: Diversos estudios médicos concluyeron la existencia de plomo en la zona ferroviaria y su impacto en la desarrollo intelectual de niños que residían entorno a ese lugar. Además, de la presencia de plomo en la sangre de los mismos infantes.

Más información sobre esta investigación aquí.

2012: El Tercer Juzgado de Letras de Antofagasta rechazó la demanda civil interpuesta por 60 vecinos de la Región de Antofagasta contra la empresa del ferrocarril en 1998. No se comprobó la responsabilidad de la empresa por el acopio de plomo.

2018: Antofagasta obtiene el récord mundial en contaminación de arsénico. El promedio en el mundo es de 4.8 mg por kilo, sin embargo, la ciudad presenta 200mg por kilo, según la revista de investigación ambiental Peerj.com.