Concluye festival ¡A Toda Marcha! de izquierdas en occidente

Sebastián Robertson, enviado especial a Santiago.

“El llamado de A Toda Marcha (lee también la cobertura especial desde Santiago) es dar la reflexión aun más profunda sobre cuáles son los desafíos que implican los distintos fenómenos que se han dado en América Latina y el repensamiento de las izquierdas y que muy bien lo han reflejado los y las panelistas” con estas palabras Catalina Pérez introducía su intervención en el panel de migración en el segundo día de festival.

Durante 4 días el Frente Amplio y parte de la izquierda chilena estuvo discutiendo y reflexionando en distintos paneles temáticos -feminismo, democracia, medio ambiente, entre muchos otros-, charlas y clases magistrales.

Con un formato de Congreso científico, se realizaban cuatro paneles simultáneos a las 11:15 y luego otros cuatro a las 12:30. Las charlas y clases magistrales tenían sus propios horarios.

En cada jornada llamaron la atención los distintos expositores extranjeros, pero quien se llevó el galardón fue el invitado de honor, Íñigo Errejón. Bastó una semana para que se agotaran las inscripciones a su charla, por lo que se tuvo que buscar otro auditorio.

Diputado por Madrid y mente maestra detrás de Podemos, Errejón llenó el auditorio de la USACH para plantear distintas reflexiones. Desde el por qué una persona se hace de izquierda, hasta la falta de bandas musicales que motiven una sociedad crítica.

Aunque no todo fue como se esperaba. El español, nervioso, tuvo que interrumpir su discurso al ver que su audiencia se ponía de pie y se reunía al costado izquierdo del auditorio.  No era una manifestación millenial, un asistente tuvo problemas de salud lo que llevó a la rápida atención ya prevista por los organizadores. Minutos más tarde el politólogo de 34 años continuaría con su envolvente discurso.

Revisa su intervención aquí (desde el minuto 55:00):

Los paneles empezaron en los horarios estipulados, incluso cuando parecía difícil de lograr. Las actividades consecutivas de las jornadas de la mañana fueron mayormente acalorados en discusión, lo que requirió una estricta moderación de los tiempos.

Cabe destacar la coordinación que tuvieron los moderadores y el equipo organizador del evento. Si bien su rol era pasar lo más desapercibido posible, fue difícil considerando que la moderación estuvo a cargo de los y las diputadas de Revolución Democrática y de conocidas personalidades.

Antes de la correspondiente ronda de preguntas de sus respectivos paneles, cada uno planteó ciertas reglas: “primero que sean preguntas” dijo Sebastián Depolo -ex jefe de campaña de Beatriz Sánchez-, moderador del panel inaugural. “Ojalá no testamentos” agregaba Renato Garín en el panel de Democracia. 

En cuanto a los temas que se llevaron la discusión, el feminismo fue parte de varios paneles, incluso de algunos cuya discusión central no era la igualdad de género. Ejemplo de ello fue el panel de Migración con una fuerte intervención de Yamile Cabrera.

Y el tema menos mencionado fue el avance de la ultraderecha en Brasil. “Que Bolsonaro no se lleve la discusión” pidió Rodrigo Echecopar, presidente de RD, en la inauguración del festival, solicitud que fue cumplida tanto por panelistas como por asistentes.

Cuatro días de intensas y variadas discusiones en las que se concluyó que hay más preguntas que respuestas, que la izquierda no está en un pedestal de superioridad moral y tampoco de conocimiento, por lo que está bien si por ahora solo hay que cuestionarse.

Aunque quizás la frase que mejor resume los cuatro días de reflexión es, por supuesto, de Íñigo Errejón. “La izquierda tiene que quererse un poco menos y querer más a sus pueblos”.