El bus del escándalo

Por Claudio Espinoza Bueno.

La inclusión, la diversidad sexual, la libertad de las personas para elegir qué quieren ser, qué les gusta para su vida y el poder disponer de sus derechos como personas comunes y corrientes, son aspectos que a la sociedad chilena le ha costado asumir por años, incluso hace algunas décadas atrás era un tema tabú, que se escondía, que varios veían como un bicho raro del que ni siquiera querían debatir.

El surgimiento de movimientos sociales, el apoyo de figuras públicas, de un puñado de políticos y de algunos chilenos que quieren vivir en un país que tenga la capacidad de aceptar a las personas tal como son, sin prejuicios, con sus defectos y virtudes, sin barreras y con libertad de expresarse ha comenzado a cambiar la situación.

Hace una década que los movimientos comenzaron a tomar fuerza en nuestro país luchando por la diversidad sexual, aunque la sociedad chilena (aún) conservadora los criticaba y los apuntaba con el dedo, estos movimientos siguieron luchando ganando varias batallas basadas en fuertes argumentos, como la felicidad, el amor y la libertad.

Sin embargo, la falta de legislaciones en nuestro país con respecto a este tema le ha generado varios dolores de cabeza a estos movimientos, hasta que parte de la sociedad se ha liberado de ataduras y comenzó a darle su apoyo a estas personas que sólo luchan por vivir con los mismos derechos que la mayoría de los chilenos.

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Junto al Bus de la Libertad, partió el Bus de la Diversidad, impulsado por el Movilh.

Casos emblemáticos han ayudado a remecer a la sociedad, a hacerle entender de a poco que no se puede seguir estancados siendo un pueblo conservador que discrimine a una persona sólo por su orientación sexual. Pero estos emblemas de la lucha han tenido que vivir los riesgos de ser “diferentes” y muchas veces pagar con su vida, para que la sociedad tenga una opinión superadora.

El caso Zamudio fue uno de los que remeció a los chilenos, empujando a la sociedad en general a pronunciarse, a tomar una postura clara y a no seguir permitiendo que ocurran agresiones y cobren la vida de una persona, sólo por el hecho de ser diferente. Las autoridades despertaron y comenzaron a alzar la voz, a mostrar ideas mucho más claras, a proteger a las minorías, con algunas carencias en sus leyes, pero por algo se comienza.

La inclusión de estas personas en los grupos de amigos, en la calle, en las universidades, en el trabajo, va avanzando poco a poco, aunque los detractores más acérrimos no dan su brazo a torcer, estas personas que hace un tiempo se notaban vulneradas y sin la chance de poder insertarse, han recibido una mano de los chilenos que quieren ver crecer a su país e integrar a estos elementos que tienen las mismas capacidades que uno, no son ningunos enfermos como los tildan algunos, tienen los mismos derechos a lograr cosas en su vida y también a equivocarse.

En los últimos días y en una era donde predominan las manifestaciones a través de las redes sociales, la acción del “Pastor” Soto, un líder de un sector de la iglesia evangélica terminó por desatar una de las grandes polémicas en el país e instalar el tema de la diversidad sexual en el debate público. La falta de respeto y arrogancia de éste personaje, provocó un despertar y un fenómeno interesante de destacar de parte de la sociedad chilena, que rechazó enfáticamente actos de discriminación como estos.

Pastor Soto, llamándole “trapo de inmundicia” a la bandera del Cuzco.

Y así ha pasado con el correr de los días, hijos de cantantes que se han manifestado a favor de la diversidad sexual como en el caso de Dj Méndez, también provocó el apoyo de los seguidores y de otros parciales, quienes se manifestaron en contra de los más conservadores y violentos, que llegaron a amenazar de muerte a un joven de 20 años, sólo por el hecho de mostrar cómo se vestía y su orientación sexual.

El caso del “bus de la libertad” fue un fenómeno digno de destacar como una radiografía a la sociedad chilena. Una sociedad dividida, que se violenta fácilmente, que no respeta y que no dialoga para poder superarse. Esta bullada máquina que terminó por escandalizar a nuestro país, mostrando cómo un grupo aboga por las familias y se manifiesta en contra de la diversidad sexual, contra otro que pide sólo ser integrado a una sociedad y se muestra pasado a llevar con manifestaciones de este tipo que generan una provocación que termina estancando a un país que sigue con la mente enlodada e incapaz de abrirse hacia una sociedad más inclusiva.

La capital se transformó en unas horas en un campo de batalla, por un lado los conservadores, por otro los movimientos que abogan por la diversidad y en el centro los “árbitros” de verde que intentaban disuadir toda escaramuza que se provocaba.

Al final de cuentas, nunca se podrá llevar a la sociedad por un camino de crecimiento si se sigue viviendo y actuando desde el odio, desde los prejuicios, desde los cuestionamientos a ser “diferentes” y vulnerando la libertad que todos poseemos. Por otra parte, nunca se podrán insertar a una sociedad, si inmediatamente ante cualquier provocación se reacciona a través de la violencia, del escándalo y del resentimiento. Habrá que esperar que surjan actores que lideren cada postura, que se puedan sentar a conversar, a convivir, a debatir y dejar los egoísmos de lado, pensando en poder ser una sociedad mejor y no en bienes, ni convicciones personales.